La aventura de escribir

Disfrute del testimonio de hombres y mujeres, algunos jóvenes y otros maduros, que comparten un desafío: comunicarse a través de la palabra escrita.

Las circunstancias son diversas: grandes ciudades o pequeñas aldeas, formación académica o carrera autodidacta, poesía o ciencia. Pero todos ellos están hechos de fibra similar:

• Pasión
• Perseverancia
• Amor a los libros
• Compromiso con Dios
• Búsqueda de excelencia

Conozca sus historias: cómo comenzaron, dónde encontraron estímulo, cómo se formaron y por qué escriben.

El capítulo 6, con el título Un ministerio glorioso, es el testimonio de José M. Martínez.

Pronto me convertí en un lector insaciable. En dos años de adolescencia me leí de quince a veinte volúmenes de los clásicos de literatura castellana que iba sacando en préstamo de la Biblioteca Pública. Casi sin percatarme de ello, esa profusión de lecturas me preparó para empezar a escribir. Recuerdo bien la honda satisfacción que sentí cuando, en mis días de estudiante de bachillerato, el profesor de literatura elogió mi narración sobre un muchacho que vencía numerosas dificultades hasta alcanzar su destino (...).

A los catorce años decidí empezar a escribir una novela (¡santa inocencia!). Hoy no tengo la menor idea de lo que había de ser su contenido. Lo peor fue que tampoco la tenía entonces. Tenía claro solamente que la narración había de seguir una línea inspirada en «Los hijos del Capitán Grant», de Julio Verne (...). Solo recuerdo que, después de haber escrito cuatro o cinco páginas, me percaté horrorizado de que me había embarcado en una nave sin rumbo que no podía llevarme a ningún puerto. Descubrí que la actividad del escritor es una aventura, pródiga en satisfacciones, pero también en sudor y lágrimas. (pág. 112-113)