Existe la creencia, bastante generalizada, de que la teología es disciplina reservada a los especialistas. Se piensa que su estudio es árido, de escaso valor práctico, o que contribuye poco a una espiritualidad intensa y activa. Nada más erróneo. La fe se nutre del conocimiento de la verdad revelada por Dios mediante su Palabra, pero su estudio sólo resulta fructífero cuando se ahonda en el contenido de la Escritura y se sistematizan coherentemente sus elementos doctrinales. El conocimiento alumbra la fe y la fe fertiliza el conocimiento. La nueva obra de José M. Martínez es un medio adecuado para lograr ese fin. No pretende ser una teología sistemática exhaustiva, pero los temas teológicos que desarrolla son presentados con amplitud suficiente para la comprensión de los grandes temas de la Biblia. Su contenido es fruto de amplias lecturas, de prolongada reflexión personal y de oración. Deliberadamente se ha evitado, en lo posible, el lenguaje más «técnico» o rebuscado de los teólogos profesionales, manteniendo en todo momento la comprensión del texto al alcance del lector medio. Con el estilo diáfano que caracteriza a J. M. Martínez, cada uno de los capítulos se distingue por la claridad y la coherencia. Además, el espíritu pastoral que distingue al autor hace que Fundamentos Teológicos de la Fe Cristiana sea no sólo sea una fuente de instrucción, sino también de estímulo espiritual. Lo es especialmente en los puntos que más directamente conciernen a la experiencia cristiana con sus anhelos y sus problemas, precisamente los puntos que más inquietan a muchos creyentes. De principio a fin, el autor se mantiene al margen de posiciones extremadamente dogmáticas, aunque situado en una posición evangélica ajena a los estudios demoledores de la teología ultraliberal y de la crítica histórico-literaria. Como él mismo señala en su prólogo, «el dogmatismo no es fuente de mayor luz, sino de antagonismos poco edificantes». Recuerda el impacto que le causó, al leerla, la definición dada por Gadamer a la Hermenéutica: «Es saber que el otro puede tener razón». Al final de cada capítulo se inserta un cuestionario destinado a la evaluación de lo que el lector (o alumno) ha comprendido del texto. En seminarios e institutos bíblicos puede usarse como base de orientación para pruebas de examen. Se completa la obra con una amplia bibliografía de la que el lector puede beneficiarse si desea ampliar su estudio sobre las grandes doctrinas de la fe cristiana.
- La Sagrada Escritura
Consideraciones generales. - Revelación y Escritura. - Composición de los libros de la Biblia. - Fiabilidad y autoridad de la Escritura. - Dios
La existencia de Dios, ¿creencia universal? - ¿Puede demostrarse la existencia de Dios? - La naturaleza de Dios. (sus atributos). - La Trinidad (la T. en su expresión doctrinal. - La comprensión de la T. - Analogías propuestas. - El problema lingüístico. - La doctrina y la exper?enc?a cristiana). - La creación
Dios en acción. - Fantasía mitológica y sobriedad bíblica. - La doctrina bíblica (creación e historia, propósito de la enseñanza, creación por la Palabra, creación ex nihilo. - Dios, eternamente completo. - La creación, obra de la Trinidad. - Bondad de la creación.) - Génesis 1. - Preservación de lo creado. - Conclusiones prácticas. - El hombre
El hombre como incógnita. - Origen del ser humano. - Naturaleza del hombre. - Hombre y mujer. - El hombre caído. - El hombre nuevo. - El pecado
El pecado como realidad. - El pecado según la Escritura (términos usados). - El pecado y la influencia demoníaca. - Amplitud y universalidad del pecado. - Efectos del p. - Formulación teológica de la doctrina. - El pecado original. - El remedio contra el pecado. - La persona de Jesucristo
Su singularidad. - El testimonio histórico acerca de Jesús. -Jesucristo, hombre. -Jesucristo, Dios (el testimonio de Jesús acerca de sí mismo. - El testimonio apostólico. - Los títulos de divinidad dados a Jesús).- Unidad de la persona de Cristo. - La obra de Cristo
Jesucristo, profeta. - Cristo, sacerdote (el mensaje de la cruz. - Cristo, intercesor perpetuo). - Cristo, Rey (naturaleza del reino.- Esferas del reino). - La salvación
Concepto de salvación. - (Terminología bíblica). - Facetas de la salvación (Reconciliación con Dios. Justificación. Regeneración. Santificación. Adopción. Redención. Glorificación). - El cómo de la salvación (arrepentimiento y fe). - Alcance de la salvación. - El Espíritu Santo
Consideraciones preliminares. - La doctrina en el curso de la historia. - El E. S. en la Escritura. - Naturaleza del E. S. (Divinidad. Personalidad). - Su obra (Agente de la creación. Fuente de aptitudes. Inspirador de las Escrituras. Santificador del cristiano. Edificador de la Iglesia). - Los carismas o dones del Espíritu. - Bautismo y plenitud del Espíritu Santo. - Espíritu divino y experiencia humana. - La Iglesia
Importancia del tema. - Evolución histórica de la doctrina. - El concepto bíblico. - Iglesia universal e iglesia local. - Figuras bíblicas de la Iglesia. - Naturaleza de la Iglesia. - Una. Santa. Católica. Apostólica. - Iglesia y reino de Dios. - Finalidad suprema de la Iglesia. - La Iglesia (II)
Su gobierno: Significado del gobierno de la iglesia. Ministerios y ministros (ancianos y diáconos). La administración de disciplina. - Formas de gobierno (episcopal, presbiteriano y congregacional). - Las ordenanzas o sacramentos: Bautismo y Cena del Señor (Interpretaciones de la presencia de Cristo). - La Iglesia, un enigma histórico. - La escatologia cristiana
Diversidad de escatologías. - La muerte y «el más allá». - La muerte humana según la Biblia. - El «estado intermedio». - La segunda venida de Cristo. - El milenio. - La resurrección corporal. - El juicio final. - Los dos estados finales (cielo e infierno). - Universalismo y aniquilacionismo. - La esperanza futura y el presente. - La consumación.
La Sagrada Escritura Sin duda, lo más notable de la Biblia es que desde el principio hasta el fin muestra un hilo conductor de la historia y del pensamiento teológico a lo largo de un proceso secular. ¿Mero producto del genio religioso hebreo o dirección divina en una doble obra de revelación e inspiración? Todo el Antiguo Testamento, especialmente a partir de los patriarcas, apunta a un futuro iluminado por las promesas de Dios. A medida que transcurre el tiempo, las promesas se concretan en el advenimiento de un Mesías Salvador. Todo en el Antiguo Testamento es preparación para lo que ha de venir. En el Nuevo Testamento la promesa se ha convertido en cumplimiento. (pág. 19). El pecado No es el pecado un tema que preocupe demasiado al hombre de nuestros días. Se cree que esa vieja doctrina origina morbosos sentimientos de culpa que a su vez causan opresión espiritual. Se arguye que la culpabilidad sólo puede ser razonable cuando es determinada por los dictámenes del Derecho positivo... Cuando una ley es infringida se comete una falta o un delito, pero no se habla de pecado, que tiene una connotación fundamentalmente religiosa. Este hecho es característica destacada de una sociedad secularizada en la que «Dios ha muerto». Sin embargo, la doctrina del pecado, en su naturaleza, sus manifestaciones y sus consecuencias, aparece de modo prominente a lo largo de toda la Escritura, y con tal consistencia que si se niega o desvirtúa se produce un desmoronamiento de la relativa a la salvación. En palabras de Horst G. Pöhlmann, «la radicalidad de la gracia presupone la radicalidad del pecado; la de la amnistía de la justificación, la del transgresor condenado a muerte». (pág. 137) El Espíritu Santo (Espíritu divino y experiencia humana) ..., el Espíritu Santo hace del cristiano una imagen viva de Cristo, y de la Iglesia una comunidad de hombres y mujeres equipados para ser bendición en el mundo. Este es el plan de Dios, y a su realización está dedicada la obra del Espíritu Santo. Por ser obra divina, podríamos pensar que ha de tener perfecto cumplimiento, pues en Dios querer equivale a hacer... Sin embargo, al comparar lo sublime del plan de Dios con la realidad visible en la experiencia cristiana, tanto del creyente individual como de la Iglesia, tenemos la impresión de que el plan tiene mucho de fracaso. Es una inquietante paradoja. Y un gran misterio. El hombre viejo ya murió, pero la vieja naturaleza -la carne- sigue viva. Y con ella todo el cúmulo de tendencias pecaminosas que la caracterizan. ¿Será osadía extrema sugerir que el Espíritu Santo «se resigna» a proseguir su obra con limitaciones, sin acabar con las nuestra, sino más bien superándolas con perspectivas e impulsos nuevos? La encarnación del Hijo llevó aparejado un cierto «vaciamiento» de sus capacidades divinas. ¿No estará sucediendo algo semejante con la inhabitación del Espíritu Santo en el creyente? Wheeler Robinson, refiriéndose a esta cuestión, afirmó que «tal inhabitación implica una "kenosis", una humillación, una aceptación de lo inferior como intermedio hacia lo superior». Esta perspectiva nos ayuda a entender por qué la lucha del espíritu contra la carne proseguirá sin tregua hasta el día en que el creyente sea glorificado con Cristo. Entretanto llega ese día estaremos expuestos a debilidades, tropiezos y caídas, aunque siempre con la puerta abierta a la restauración (1 Jn. 2:1). (págs. 337 y 341). La escatología cristiana Los dos capítulos finales del Apocalipsis abundan en detalles, en su mayoría simbólicos, relativos a «la santa ciudad», la nueva Jerusalén que desciende del cielo. En su conjunto esos detalles nos sugieren la gloria, la armonía y la seguridad de la humanidad redimida en comunión con el Dios que «pone su tabernáculo entre los hombres» para morar con ellos (Ap. 21:3). La gran rotura en la relación del hombre con Dios producida por la desobediencia en el primer paraíso habrá quedado totalmente reparada en el segundo. Las lágrimas vertidas sobre la tierra a lo largo de los siglos serán enjugadas. La muerte, que ha ido segando las vidas humanas generación tras generación, habrá desaparecido para siempre... Atrás habrán quedado las imperfecciones en el conocimiento (1 Co. 13:9-12) y en la santificación (1 Jn. 3:2), las dudas, las perplejidades, las preguntas acerca de la justicia divina y otros problemas teológicos. Entonces probablemente tendremos el sentir de Pablo y exclamaremos: «¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán inescrutables son sus juicios e insondables sus caminos!... De él, por él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén» (Ro. 11:33, Ro. 11:36). (pág. 496).
Autor: | José M. Martínez | Encuadernación: | Tela | Páginas: | 504 | Tamaño: | 14,5x23 cm. | Número ISBN: | 84-8267-244-4 | Tema: | Teología | Editorial: | Editorial CLIE Publicaciones Andamio | Año de edición: | 2002 |
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