«La música ha influido en el ánimo de muchos hombres y mujeres de modo casi increíble, unas veces enardeciendo, estimulando; otras, consolando o calmando. Muchos salmos e himnos han elevado a multitud de creyentes a alturas sublimes de fe, amor y esperanza, sentimientos que, por otra parte, han enriquecido hasta lo inefable la calidad de no pocas composiciones clásicas (...) Podemos afirmar que los cánticos contenidos en las Escrituras son un manantial generoso de bendición. En ellos encuentra el creyente consuelo, renovada esperanza e instrucción relativa a la grandeza de Dios, a sus atributos, a su providencia. De igual modo describe las grandes posibilidades del ser humano; pero también sus debilidades y miserias, todo ello con la esperanza que genera la fe.»
- Prólogo
- Introducción
Música, Canto y Fe Cristiana
- De la esclavitud en Egipto al liderazgo en Israel
Cántico de Moisés - Instrumentos de Dios en una hora de crisis
Cántico de Débora y Barac - De la amargura y las lágrimas al cántico de la fe
Cántico de Ana, madre de Samuel - Honrando a los héroes muertos
Cántico de David - Hora de restauración
Salmo de Asaf - El Dios del juicio y de la compasión
Cántico de Isaías - «Engrandece mi alma al Señor...»
Cántico de María, madre de Jesús - Del patíbulo de la cruz al trono de la gloria
- «Más que vencedores»
- «Digno eres, Señor...»
Introducción - Música, canto y fe cristiana Podemos afirmar que los cánticos contenidos en las Escrituras son un manantial generoso de bendición. En ellos encuentra el creyente consuelo, renovada esperanza e instrucción relativa a la grandeza de Dios, a sus atributos, a su providencia. De igual modo describe las grandes posibilidades del ser humano; pero también sus debilidades y miserias, todo ello con la esperanza que genera la fe. Con una experiencia positiva de su relación con Dios, une gozoso su fe a la de miles de hermanos suyos y canta:
«Grandes cosas ha hecho el Señor con nosotros. Estaremos alegres» (Sal. 126:3)
«De mañana sácianos de tu misericordia, y cantaremos (...) todos nuestros días.» (Sal. 90:14) «Más que vencedores» «Y sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien» (Ro. 8:28). Infinidad de creyentes han hallado una mina de consuelo y aliento en este versículo. En realidad, no son las “cosas” las que cooperan para el bien de los santos. Es Dios el que dispone y usa las cosas para beneficiar a los que le aman. Nos gusta la versión de la Biblia de Jerusalén cuando ofrece la siguiente traducción:
«Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman».
Hora de restauración - Salmo de Asaf Lo que acabamos de destacar sobre el avivamiento de la Iglesia en su sentido amplio tiene también aplicación al creyente individual. Experiencia común de muchos cristianos ha sido la de un periodo de entusiasmo espiritual tras la conversión, de vida transformada, de celo evangelístico, de servicio abnegado, todo ello fuente de gozo inefable. Y de bendición para bien de otros... Pero ¿quién, después de días –o años– de brillo, no ha tenido que enfrentarse asimismo a periodos de oscuridad, de dudas, de enfriamiento espiritual, de relajación? ¿Quién ha mantenido siempre el «primer amor» a Cristo con la misma intensidad? (Ap. 2:4).
Ante esa necesidad, cada cristiano debería hacer suya la reiterada petición de Asaf: «¡Oh Señor, restáurame! Haz resplandecer tu rostro sobre mí y seré salvo»; o, según la versión DHH, antes mencionada:
«Haz, Dios mío, que vuelva a ser lo que fui».
Autor: | José M. Martínez | Encuadernación: | Rústica con solapas | Páginas: | 196 | Tamaño: | 14,5x21x1,1 cm. | Número ISBN: | 978-84-935870-6-2 | Tema: | Educación cristiana | Editorial: | Pensamiento Cristiano Publicaciones | Año de edición: | 2008 |
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