Esta obra forma parte de la serie «Curso de Formación Teológica Evangélica», dirigida por Francisco Lacueva.
El primer volumen consta de dos partes: la primera es una exposición de los aspectos básicos del ministerio cristiano, los requisitos del ministro, así como los problemas que el ministro encuentra en su labor y los recursos espirituales para resolverlos. La segunda parte está dedicada al estudio de la Homilética. Ha sido ilustrada con abundantes ejemplos prácticos y al final de cada capítulo se ha insertado un cuestionario para facilitar al profesor la preparación de exámenes. Se cierra el volumen con dos apéndices: «La predicación como medio de comunicación» y «Decadencia y renovación del púlpito cristiano».
El segundo volumen está dedicado íntegramente al estudio de la Pastoral. También está dividido en dos partes. En la primera («Cura de almas») se estudia el concepto bíblico del pastorado, la psicología en la pastoral y la labor del pastor en la ayuda a personas que afrontan situaciones difíciles, espirituales, morales o existenciales. En la segunda se consideran las diferentes funciones del pastor en la dirección de la iglesia.
Tomo XI: Ministerio y homilética
PRIMERA PARTE: CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE EL MINISTERIO
- I. El ministerio a la luz del Nuevo Testamento
- II. Requisitos del ministro (I). - Vocación
- III. Requisitos del ministro (II). - Un carácter santificado (a)
- IV. Requisitos del ministro (III). - Un carácter santificado (b)
- V. Requisitos del ministro (IV). - Una preparación adecuada
- VI. Los problemas del ministro
- VII. Los recursos del ministro
SEGUNDA PARTE: EL MINISTERIO DE LA PREDICACIÓN (HOMILÉTICO)
- VIII. La predicación cristiana
- IX. La preparación del sermón
- X. Tipos de sermones
- XI. Materiales del sermón
- XII. Estructura del sermón
- XIII. Clasificación de los sermones en función del texto
- XIV. El estilo en la predicación
- XV. El acto de la predicación
Tomo XII: Pastoral
TERCERA PARTE: EL MINISTERIO PASTORAL
Sección A: Cura de almas
- XVI. Concepto bíblico del pastorado
- XVII. Psicología V pastoral
- XVIII. El pastor como consejero
- XIX. Problemas de fe
- XX. Sentimientos de culpa
- XXI. Experiencias de tribulación
- XXII. Problemas conyugales
- XXIII. La problemática de la juventud
- XXIV. Problemas en relación con la iglesia
- XXV. La disciplina
Sección B: El pastor como dirigente
- XXVI. La autoridad pastoral
- XXVII. La organización en la iglesia
- XXVIII. La función directiva
- XXIX. Las relaciones humanas en la gestión directiva
- XXX. Reuniones administrativas
- XXXI. La dirección del culto
- XXXII. La iglesia local y la evangelización
- XXXIII. La enseñanza
- XXXIV. Comunión y servicio
- Epílogo
- Selección bibliográfica
El ministerio cristiano no es el resultado de una decisión humana, sino de un propósito divino... Es la acción, siempre admirable, paradójica, de un Dios santo y todopoderoso a través de hombres pecadores y débiles. Es el "tesoro del conocimiento de la gloria de Dios" contenido en "vasasijas de barro", una maravilla análoga a la que se observa en la Biblia y -en un sentido superior- en la persona de Jesucristo: lo divino y lo humano se entrelazan para llevar a cabo el plan de Dios de darse a conocer a los hombres a fin de salvarlos. (vol. I, pág. 13 s)
Los periodos más luminosos de la historia de la Iglesia han sido aquellos en que el púlpito ha ocupado el lugar prominente que le corresponde. La vitalidad de la Iglesia ha corrido parejas con la calidad y el poder de la predicación. No importa que ésta haya sido interpretada por el mundo como "locura"; Dios siempre la ha usado para la salvación de los creyentes (1 Co. 1:21). Su valor fue exaltado por Gregorio Nacianceno cuando le asignaba lugar prioritario en el ministerio. Análogo concepto tuvo Erasmo: "El ministro se halla en la cumbre de su dignidad cuando desde el púlpito alimenta a la grey del Señor con sana doctrina". (vol. I, pág. 101)
El ministerio cristiano no es el resultado de una decisión humana, sino de un propósito divino... Es la acción, siempre admirable, paradójica, de un Dios santo y todopoderoso a través de hombres pecadores y débiles. Es el "tesoro del conocimiento de la gloria de Dios" contenido en "vasasijas de barro", una maravilla análoga a la que se observa en la Biblia y -en un sentido superior- en la persona de Jesucristo: lo divino y lo humano se entrelazan para llevar a cabo el plan de Dios de darse a conocer a los hombres a fin de salvarlos. (vol. I, pág. 13 s)
Los periodos más luminosos de la historia de la Iglesia han sido aquellos en que el púlpito ha ocupado el lugar prominente que le corresponde. La vitalidad de la Iglesia ha corrido parejas con la calidad y el poder de la predicación. No importa que ésta haya sido interpretada por el mundo como "locura"; Dios siempre la ha usado para la salvación de los creyentes (1 Co. 1:21). Su valor fue exaltado por Gregorio Nacianceno cuando le asignaba lugar prioritario en el ministerio. Análogo concepto tuvo Erasmo: "El ministro se halla en la cumbre de su dignidad cuando desde el púlpito alimenta a la grey del Señor con sana doctrina". (vol. I, pág. 101)