SALMO 139 - VIVIENDO EN LA PRESENCIA DE DIOS
Si tuviéramos que hacer una selección de los más grandes salmos, éste habría de ocupar entre ello uno de los lugares preferente, tanto por la profundidad de su pensamiento como por su belleza poética. Su tema central es la grandeza de Dios en relación con el creyente. Dicho tema no se desarrolla en el plano de las abstracciones filosóficas, sino en el de la reflexión a la luz de la presencia de Dios en la vida. El salmista no diserta sobre Dios y sus atributos; simplemente expresa lo que Dios, en toda su magnificencia, significa para él. En todo momento se destaca la relación «yo-tú» entre él y Dios. Sus reflexiones producen en él asombro y temor reverencial...
LA PRESCIENCIA Y LA ACCIÓN DE DIOS (13-18)
La mente del salmista descubre otro campo de maravillas en el origen de la vida humana. Por supuesto, no escribe como biólogo, sino como poeta y como creyente. En todo el proceso de la gestación ve la mano de Dios interviniendo de acuerdo con un propósito previo. Cualesquiera que sean los avances científicos en el estudio de la biogénesis, el creyente siempre verá, por encima de todos los códigos genéticos, la acción sabia y soberana de su Dios. Todo se formó y desarrolló de acuerdo con lo que estaba «escrito en su libro» (16). Este versículo 16, en nuestra versión RV, omite la palabra «días», que aparece en el original hebreo y es recogida por la mayoría de versiones. La VP traduce: $laquo;Tus ojos vieron señalados los días de mi vida cuando no existía ninguno de ellos» (cf. 56:8). Es consolador que Dios haya previsto y diseñado con antelación todos los días de nuestra existencia. Esto nada tiene que ver con el fatalismo, sino con una providencia sabia y amorosa. Bien podemos unirnos al salmista en su asombro y en su espíritu de adoración (17 s). (pág. 160 s)