Tres maravillas que revelan a Dios |
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Hay tres cosas en la naturaleza que a mí me impresionan.
La primera de ellas, las semillas: son una obra de provisión. Cada semilla contiene todo el material necesario y específico para la creación de un nuevo miembro de su especie. No sólo eso; también contiene alimento del que la semilla se nutrirá hasta que la planta haya echado raíces y pueda nutrirse por sí misma. Además, tienen una capa protectora muy fuerte pero que luego, bajo las circunstancias óptimas, se abre con facilidad para que la semilla haga su labor. Todo esto requiere una mente previsora. La evolución no puede explicarlo porque el fenómeno de la semilla no es un proceso evolutivo ni adaptativo, sino que va más allá. El árbol no puede prever ni proveer para asegurar su descendencia, sino sólo una Mente Inteligente.
Después, tenemos otro maravilloso ejemplo de provisión en la leche materna. ¿Cómo podría el cuerpo de una madre, bajo el azar, preparar tan acertado alimento, tanto en su aspecto nutricional como en su forma para el bebé? También la vía de suministro es perfectamente adecuada. ¿Cómo podría el cuerpo, por azar, producir algo que la criatura va a ingerir por una vía totalmente diferente a la que tiene mientras está en el vientre materno?
En tercer lugar, yendo de lo más pequeño a lo más grande, tenemos el universo mismo. Las probabilidades de que todos los factores coincidan para que exista un planeta habitable son muy, muy pequeñas, como explica el científico Francis Collins: Cuando miras el universo desde la perspectiva de un científico, parece como si éste supiera que íbamos a llegar. Hay 15 constantes -las constantes gravitacionales, varias constantes acerca de la fuerza nuclear, etc.- que tienen valores precisos. Si cualquiera de estas constantes fallara incluso por una parte en un millón o, en algunos casos, por una parte en un millón de millones, el universo no habría venido al punto en que lo vemos ahora. La materia no habría podido juntarse y no habría galaxias, estrellas, planetas, ni gente.
A mí, todo esto me convence de que hay un Creador, y no solamente eso, sino que también se trata de una Persona que cuida, llena de poder y de sensibilidad hacia Su creación.
Querido lector, me gustaría terminar con una pregunta: ¿quieres conocer a ese Creador en una relación personal e íntima? Ello es posible a través del sacrificio de Jesucristo. Él lo está esperando, porque Dios es amor (1 Juan 4:16).
Como lecturas complementarias recomendamos: ¿Qué es el hombre? por Job 't Hart. Vanidad de vanidades... ¿todo vanidad? por José M. Martínez.
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